No estoy aquí para demostrarte nada.

sábado, 4 de enero de 2014

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Entre la cáfila se encontraba ella. Allí parada, observando. Los veía a todos tan decididos, tan seguros. Esa es la razón que la hace sentir tan débil, tan vulnerable, tan frágil. Dentro de ella solo están las ganas de dejarse caer, de encogerse y aferrarse  a sí misma en busca de protección. Es cuando su garganta comienza a oscilar, el momento en el que decide ahogar un grito. Recapacita. Entonces decide no llorar, por lo menos no delante de la multitud. Ahora lo tiene claro, ya sabe lo que quiere. Sin titubear, da el primer paso.